Agresividad en Gatos: Diagnostico y Tratamiento - Gatos

La agresividad en los gatos puede ser un problema serio y peligroso para los propietarios. Hay muchas razones por las que los gatos pueden ser agresivos: un buen diagnóstico ayuda a emitir un pronóstico y un plan de tratamiento adecuados. Antes de la consulta de comportamiento con el especialista, el veterinario debe realizar un examen físico al gato e incluso cursar análisis de sangre para descartar posibles problemas médicos. De cara al tratamiento es importante averiguar si existen causas médicas de base o si el comportamiento es una respuesta aprendida. También hay que determinar las circunstancias en las que el gato se vuelve agresivo y contra quien.

 

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La agresividad por miedo puede surgir cuando el gato se expone a situaciones o estímulos con los que no está familiarizado o que integró previamente como desagradables. La primera estrategia defensiva de los gatos cuando están asustados es la huída, pero si se encuentran arrinconados sin escapatoria, es posible que manifiesten una respuesta agresiva. Si el estímulo (persona o animal) se retira o el gato se lastima, la respuesta se reforzará. El miedo hacia miembros de la familia puede aparecer a causa de los castigos o a experiencias desagradables asociadas con ellos. Para el diagnóstico de agresividad por miedo pueden utilizarse como indicadores las posturas corporales que reflejan miedo con agresión hacia personas u otros animales. La mayoría de los casos se pueden tratar con terapias de modificación del comportamiento, en ocasiones combinadas con tratamiento médico.

 

¿Juego o agresión?

Cuando los gatos juegan, la agresividad puede aparecer como parte de la interacción, pero en algunos casos el componente agresivo es excesivo o está fuera de contexto.

Los gatitos empiezan a utilizar sus dientes y uñas al interaccionar con la familia. Algunas de las reacciones que las personas u otros animales presentan ante estos ataques, aumentan este comportamiento en vez de controlarlo. Los juegos demasiado activos que se acompañan de posturas de acecho seguidas de un ataque, saltos súbitos, arañazos o mordiscos a las personas o a la ropa son señales de juego inapropiado.

 

Protección el territorio

Es la agresividad que se exhibe hacia personas u otros animales (normalmente otros gatos) que se acercan a la propiedad del gato. Estas respuestas agresivas pueden ser una forma perfectamente natural de defender el territorio de intrusos, pero en ocasiones no atacan a intrusos sino a gatos que viven en la misma casa. En estos casos, la agresión suele manifestarse cuando se introduce un gato nuevo en la casa o cuando los gatos residentes alcanzan la madurez social sobre los 1-2 años de edad. El miedo y la ansiedad pueden estar implicados en el comportamiento agresivo cuando éste se dirige hacia personas u otros animales que entran en el territorio.

 

Depredación, una conducta natural 

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La depredación es el instinto de perseguir y cazar presas. La conducta de depredación comprende comportamientos como perseguir, saltar súbitamente, atacar e ingerir la presa. En algunos casos, no obstante, estas actividades perfectamente naturales pueden convertirse en inadecuadas si se dirigen a las personas o a otras mascotas de la casa. Aunque el deseo de cazar puede reducirse mediante un tratamiento de desensibilización al estímulo, en algunos casos la agresión puede ser muy grave y es mejor prevenir que curar. Si los ataques son hacia otros animales pequeños de la casa, como hámsters, lo mejor sería dejarlos en una habitación a la que el gato no pueda acceder. Si se dirigen hacia pájaros del exterior se ha sugerido la posibilidad de tener al gato dentro de casa como solución, pero hay que recordar que los gatos son máquinas de cazar y que es una conducta perfectamente natural. Mantener estos gatos de forma permanente en casa, cuando ya han disfrutado del exterior, puede causar más problemas de los que se pretenden resolver si no se compensa adecuadamente el cambio con suficientes estímulos en el interior de la casa.

 

Dolor y agresividad

Si la agresividad  aparece cuando se manipula o se toca al gato, podría estar asociada al dolor y en algunos casos puede llevar bastante tiempo averiguar cuál es el foco. Incluso si el gato no muestra dolor, existen problemas médicos (desequilibrios endocrinos, enfermedades de distintos órganos, etc.) que pueden hacer que el gato esté más irritable y tenga más tendencia a agredir. Cuando el gato aprende que la agresividad funciona para eliminar el estímulo, puede recurrir a esta conducta en situaciones similares en el futuro auque ya no tenga dolor.

El tratamiento empieza por resolver el problema médico o el dolor. A continuación hay que identificar las situaciones que provocaron la agresividad en el pasado. Finalmente, se acostumbra al gato a aceptar y disfrutar estas situaciones poco a poco, mediante programas de desensibilización y contra-condicionamiento.

 

Agresividad redirigida 

La agresividad dirigida hacia un estímulo (personas o animales) que no evocaron inicialmente la agresión se suele llamar agresividad redirigida. Suele aparecer cuando el gato está excitado o alterado y en ese momento se acerca o interviene otro animal o alguna persona. Dado a que puede aparecer a partir de cualquier otro tipo de agresividad, es importante identificar y tratar la causa inicial de la agresión (miedo, conflicto entre gatos, etc.) o prevenir el problema evitando intervenir cuando los gatos están nerviosos.

 

Las caricias y el síndrome de morder

Muchos gatos muerden cuando se les acaricia, y para muchos propietarios este comportamiento de "Jeckyl y Hyde" puede ser bastante molesto. Algunos gatos son intolerantes a cualquier tipo de manipulación, pero la mayoría aceptan ciertas caricias. No obstante, casi todos se agitan y pueden atacar cuando han tenido suficiente. Esta actitud puede ser difícil de entender, ya que muchos de estos gatos buscan activamente atención y al principio parecen disfrutar del contacto con los propietarios. Al parecer, la interacción física que son capaces de tolerar estos gatos es limitada. Cuando se manipula a un gato hay que recordar que si el animal se encuentra en una posición en la que puede sentirse atrapado o sin escapatoria, puede volverse agresivo.

Para resolver el problema de los mordiscos durante las sesiones de caricias, hay que asegurarse de que el principio y el fin de las caricias están controlados por los propietarios. El gato debe aprender que las caricias no se asocian con cosas desagradables o con estar demasiado sujetos, sino con premios. Poco a poco se van alargando las sesiones, siempre teniendo en cuenta no superar el límite de tolerancia del animal. En general, este límite se aprecia en un cambio de conducta en el gato, que empieza a mover la cola de un lado a otro rápidamente, dilata las pupilas, agacha las orejas y empieza a agitarse. Hay que procurar mantenerse por debajo de este umbral e interrumpir las caricias antes de que el gato esté demasiado ansioso. Aunque de esta forma se puede aumentar la tolerancia, también deben aceptarse las limitaciones de cada gato.

 

Agresividad aprendida

El aprendizaje es un componente importante de la agresividad. Una vez el gato aprende que una conducta es eficaz para eliminar un estímulo determinado, el comportamiento se va reforzando. Algunas veces, los propietarios refuerzan la conducta sin darse cuenta al intentar calmar a sus animales.

El tratamiento consiste en enseñar al gato que el estímulo no es peligroso y que la agresividad no es eficaz para eliminarlo. La desensibilización y el contra-condicionamiento enseñan al gato que el estímulo es seguro y además va acompañado de premios.

La agresividad asociada a problemas médicos puede surgir a cualquier edad, instaurarse de forma relativamente rápida y no encajar en ningún comportamiento típico felino. Algunas enfermedades pueden causar agresividad por ellas mismas, pero en la mayoría de los casos suele haber una combinación de factores de conducta y de problemas médicos que hacen que el gato supere su límite y se produzca la agresión. Infecciones como la rabia, enfermedades hormonales como el hipertiroidismo, otros problemas como la epilepsia o los tumores y algunas alteraciones metabólicas o genéticas pueden predisponer a que el gato sea más agresivo. Las afecciones que cursan con dolor, como la enfermedad dental o la artritis, o aquellas que causan fiebre o fatiga, también pueden aumentar la irritabilidad del gato.

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